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Podéis pasaros por mi otro blog...

domingo, 3 de abril de 2011

Cap 2 - La Noche Cristalina (5/5)

Y reemprendimos la marcha. Lo curioso fue que permanecimos en silencio en cuanto traspasamos el arco del castillo, así que me dio tiempo a pensar. Pensar era uno de mis pasatiempos favoritos, aunque Abby decía que “Está en una de las tres lunas”. La verdad era que, según mis cálculos, tenía que amanecer en breves. Pero la noche seguía igual de oscura, y una densa niebla cubrió todo cuando llegamos a la fuente de la entrada de la Ciudad.

—Quietas, no os mováis —indicó Damoc. La niebla era tan densa que no veía ni mis propias manos—. Agarraos de las manos como podáis y no os soltéis. Esperaremos a que se pase.

Agarré las dos primeras manos que encontré, que por el olor floral creo que eran de Lara y Cira. Esperamos allí minutos, no sé cuántos, hasta que se me ocurrió mirar detrás de mí. Y lo que descubrí me asustó.

Unos ojos brillantes destacaban en medio de la niebla, y me observaban con detenimiento y deseo. Sólo había visto unos ojos así una vez en la vida, y la verdad es que ya sabía qué era lo que me estaba mirando.

—Damoc —es el primer nombre que me salió de la boca. No me preguntéis por qué, porque ni yo misma lo sé—, hay algo ahí, mirándome.

Damoc observó los ojos, y tras un segundo en el que se paralizó, musitó:

—Una hiena…

Eso fue un terrible error. Mis amigas gritaron, espantadas, al oír ese nombre en boca de Damoc. Corrieron hacia la dirección en que (suponían) estaba la salida, huyendo, despavoridas. Damoc y yo las seguimos, sabiendo que la hiena no se iba a quedar allí parada. Corrí como nunca hacia la dirección en que había visto desaparecer a Damoc (él iba delante de mí), y conseguí cruzar la puerta de oro sin chocarme con el muro. Fuera de la Ciudad ya no había niebla, así que, guiada por la luz de la luna, avancé con velocidad (lo que a mi me pareció) supersónica; aún así, llegué al puente la última. Algunas ya estaban al final y les faltaban unos pasos para llegar al otro barranco, otras iban por la mitad. Pero todos me llevaban ya un trecho. Así que corrí, corrí, y no paré de correr, pero pronto mis peores temores se cumplieron. Oí unos pasos detrás de mí, y enseguida sentí que me tiraban al suelo. Caí bocabajo, y cerré los ojos, asustada. De súbito, unos dientes se clavaron en lo alto de mi espalda, rasgaron el vestido hasta llegar a mi carne, y presionaron tanto que comenzó a brotar sangre; se me tiñó el vestido de rojo. Grité de dolor, era como si se te clavaran cuchillos afilados en el cuerpo y apretaran hasta llegar al otro lado… Al momento comprendí que la hiena no estaba sola, pues además de la herida en la espalda, sentí un desgarrón en la pierna que me hizo gritar más. No me podía mover, no podía hacer nada. A lo lejos oía los gritos de mis amigas y de Damoc. Creí que iba a morir allí… Pero, de pronto, los dientes dejaron de morderme y el peso que me oprimía la espalda desapareció, seguido por un fuerte olor a quemado y un quejido. Después; nada… un chapoteo.

No abrí los ojos, estaba demasiado débil para eso. Unos segundos después, unos brazos fuertes y agradablemente calientes me cogieron, todavía bocabajo, y quien fuera que me llevaba, comenzó a andar. Supe que ya estaba a salvo porque mis amigas dejaron de gritar. Sentí una caricia en la espalda, pero no supe quién había sido. Ni siquiera sabía quién me llevaba…

La persona que me portaba comenzó a correr, pero me sujetó de tal manera que no me bamboleara de un lado a otro. Las heridas me dolían, pero por lo menos los dientes de las hienas ya no escarbaban en mi carne y aquellos brazos cálidos me protegían de la noche, que ya se acababa. Estaba un poco mareada, así que no me atreví a abrir los ojos. Esperaba que todas mis amigas estuvieran bien, y que a mi salvador tampoco le hubiera pasado nada… Y aunque seguía cabreada con Damoc, tampoco quería que él resultara herido.

Enseguida comprendí que los pyros y los hydros seguramente seguirían en el Jardín Dorado, probablemente ajenos al peligro que podrían haber corrido. Eso, si no lo habían corrido ya. ¿Y si les han herido también a ellos…? ¿A quién habrán matado? ¿A Cupo? ¿A Río, a Tesio? ¿… a Enthoven…? Borré esos pensamientos de mi mente sacudiendo la cabeza, lo que, por otro lado, no fue muy buena idea, ya que no hice más que conseguir que el dolor de mis heridas se multiplicara, una lágrima se deslizó por mi mejilla derecha y cayó al brazo del chico que me llevaba. Me mantuve lo más quieta posible, para facilitarle el trabajo a mi salvador y para evitar hacerme todavía más daño aún. Ojalá hubiera hecho caso a mi madre, y no hubiera ido a la Ciudad de Oro… pero, en fin, no había vuelta atrás. No servía de nada lamentarse por las cosas pasadas… aunque el dolor seguía en el presente, ya lo creo que sí. Y apostaba a que me iba a seguir doliendo en el futuro, un futuro muy cercano, a decir verdad.

No sé cuánto tiempo estuvo el chico corriendo, aunque me acuerdo de que pensé que pronto se iba a cansar de llevarme. Pero él no se paró, y estuvimos un rato más avanzando. Ni siquiera sabía adónde me llevaba… mas pronto comencé a oír risas y música, así que supuse que nuestro destino era Daxópolis. Bien, así alguien me podría curar. Lo único que quería en ese momento era estar tumbada en algún sitio blandito o encerrada en mi árbol. Lo mismo me daba. Y también necesitaba saber que todos estaban bien. No me quedaría tranquila hasta saberlo.

El sonido fue aumentando; estábamos más cerca. Por lo visto aún no había amanecido, de otro modo, la música ya habría acabado. La Noche Cristalina terminaba con la salida del sol.

Me atreví a abrir los ojos. Descubrí con estupefacción que no me mareaba al mirar al suelo que parecía en continuo movimiento. Estaba amaneciendo ya, la música comenzaba a pararse y las risas disminuían. Ya sólo se escuchaban voces hablando y charlando. Me giré un poco hacia mi derecha para ver dónde estábamos ya, y cual fue mi sorpresa al ver que estábamos justo en el centro de Daxópolis.

—¡Por favor, ayuda! ¡La han atacado las hienas! —rogó una voz, la voz del chico que me llevaba. No llegué a acertar cuál era…

Enseguida todo el mundo se calló, pero vinieron a mi encuentro varias dríades, un hydro, dos centauros y un pyro. Uno de los centauros comenzó a indicar lo que tenían que hacer.

—Bañadle las heridas para que no se infecten.

Uno de los hydros se arrodilló junto a mí, y con un movimiento de su mano derecha, burbujas de agua comenzaron a salir del lago y se acercaron volando hacia mí. El hydro hizo que se me posaran en la espalda, mientras su compañero me bañaba la herida de la pierna. Cuando acabaron, el centauro volvió a dar órdenes.

—Venza —le indicó a una de las dríades. Ésta se adelantó—. Pídele permiso a tu Saúco para coger unas cuantas hojas. Después, pónselas en la espalda y en la pierna.

Y la dríade llamada Venza así lo hizo. Tardó un poco en volver con las hojas, pero me las puso en la espalda y en la pierna inmediatamente. Al instante sentí un alivio tremendo, aunque seguía doliendo bastante.

—Deba —le indicó el centauro a la otra dríade—, pídele a tu haya cortarle algunas raíces y tráelas cuanto antes.

Deba así lo hizo, y tardó en volver menos que Venza. Cuando estuvo junto a mí, se las tendió a los centauros. Uno de ellos (el que no había hablado) las cogió y se acercó a mí.

—Espere —intervino la voz de Lara—. Deje que lo haga yo.

No oí ninguna contestación, pero supuse que le habrían dejado, de lo contrario, mi amiga habría protestado. Cerré los ojos cuando sus manos cálidas me tocaron la espalda y me retiraron un poco la tela del vestido. Me rodeó el torso con las largas raíces, atando las hojas, que se habían convertido en mi venda. Volvió a taparme la espalda con el vestido, y ató entonces las hojas que estaban sobre la herida de mi pierna. Cuando quedaron bien sujetas, abrí los ojos de nuevo, y aunque no contemplaba más que la hierba que había delante de mí y un par de pies a unos metros que no supe identificar, no los cerré de nuevo.

—Venga, dispersaos —intervino Damoc. Por lo visto había mucha gente allí—. No hay nada que ver, fuera, fuera.

Creo que la multitud le hizo caso, porque oí susurros que se alejaban y pasos a distancia.

—Llevadla a su árbol —indicó finalmente el centauro—. Allí descansará.

Los brazos cálidos y fuertes de antes me cogieron de nuevo, y esa vez tampoco vi quién me transportaba. Sólo vi a mis amigas, que me acompañaban también. Ellas le indicaron a mi salvador la situación exacta de mi sauce. Cerré los ojos.

—Podríamos hacer que viajara a su sauce desde uno de estos árboles —indicó Friné—. El problema es que no sé si llegaría. Tal vez esté demasiado débil.

Yo quería replicar, pero tenía tan pocas fuerzas que no llegué ni a soltar una sola palabra. Así que me callé y me dispuse a dormirme en aquellos brazos tan confortables, cuando sentí que me ponían de pie, aunque me seguían sujetando la cintura.

—Cand, ¿me oyes? —preguntó Cira—. Si es así, entra en tu sauce, por favor. Estarás más cómoda. Nosotras no podemos ayudarte en esto.

Lo intenté. Me mantuve en pie gracias a las cálidas manos que me sujetaban, pero traté de alzar los brazos para hacer más fácil la entrada a mi hogar. Conseguí levantar tan sólo uno, pero en fin, ya era algo. Rocé el rugoso tronco con las yemas de los dedos, y comencé a unir mi cuerpo con el de mi sauce llorón. Ya estaba la mitad de mi cuerpo dentro, seguía fuera mi torso y mi cabeza.

—¿Quién eres? —conseguí musitar con voz suave, preguntándole a mi salvador. Pero el árbol tiraba de mí, y antes de obtener una respuesta, me hundí en el sauce, descansando por fin.

16 comentarios:

Leanan Sidhe dijo...

WOW! Este capitulo a estado entero de intriga y misterio, me ha encantado como lo has expresado.
Pobrecita con lo de la hiena...
en fin, sigue asi de genial ^^

Kirtashalina dijo...

Ains, muchísimas gracias :)
Me alegra de que gusten mis capítulos (raro es que de momento no haya acudido más gente, pero bueno, ya vendrán! MUAHAHAHHHAHAHA)

Gracias por venir ^^

Mrs.Exception dijo...

¿Pero quién es? T.T no me dejes con la intriga, jopetas. Ahora me dejas preocupada... pues habrá que esperar, qué mal se me da a mi esperar pero no me queda otra :/
sigue así ^^

Kirtashalina dijo...

Jajaj lo descubriréis en el próximo capítulo!
TO BE CONTINUED, SEÑORES!!

Un beso, gacias ^^

Divinum Eximia dijo...

No he podido entrar antes, discúlpame, pero al menos estoy aquí.

¿Podría ser Enthoven? No... sería demasiado obvio si fuera así ¿No? Bueno, realmente me ha sorprendido este capítulo porque no me esperaba que ocurriese esto, la verdad es que no sabía qué podía pasar, pero eso es bueno. Esperaré el siguiente con ansias porque quiero saber qué más pasa.

Un saludo^^

Kirtashalina dijo...

Tranquila ^^
Bueno, cada uno que piense lo que quiera xD Yo no desvelo nada, ya os enteraréis...

Un beso :)

Beatriz Cano dijo...

Me encanta la historia!!! espero leer el siguiente pronto!!! besos ;-D

Kirtashalina dijo...

Muchas gracias, Beuky :)
Pásate cuando quieras,un beso ^^

Nandfr dijo...

Hienas malas, muy malas!

Kirtashalina dijo...

No tienes tiempo o estás hoy escueto? xDDD
Es lo que tienen las hienas ^^

Nandfr dijo...

Jajajaja, es que llevo unos días con muy poco tiempo XD.
Casi no puedo hacer nada, y cuando leo algo me gusta dejar un comentario ^^ Sólo que entre tantas cosas... XP.
Pero ya recuperaré la calma, ya verás =P.

Kirtashalina dijo...

Ah bueno, tú tranquilo, tómate tu tiempo ^^
Y A VER SI ACTUALIZAS, PEDAZO...!!
Es que tengo ganas de leer algo tuyo, jo xD Pero si andas falto de tiempo pues nada, esperaré... *sniff sniff*

Bye bye =)

ClaryClaire dijo...

Pero hombre!!!
Qué es esto!!!
Dónde narices está si queridísimo salvador!!!
Qué esto?? Una broma?? No me gustan las bromas... jajajaja
Dianuuu genial como siempre sigue asÍ!

Kirtashalina dijo...

xDD
Gracias ClarUUUUUUUU ^^

Escritora Laura M.Lozano dijo...

¡Hola! dejé algo para ti en mi blog.
Espero te guste un beso. =))

Kirtashalina dijo...

Muchísimas gracias, Laura.
Ya eres la segunda que me das este premio!! ^^