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Podéis pasaros por mi otro blog...

domingo, 2 de enero de 2011

Cap 1 - Amenaza (2/3)


—¿Cand? —oí una voz detrás de mí.

Me volví hacia la orilla, y vi a Damoc, uno de los hydros, que venía hacia mí. Era alto y musculoso, con el cabello azul recogido en una coleta. Tenía las facciones afiladas y la mirada fría, pero la verdad es que como persona era un encanto.

—Hola, Damoc.

—¿Quieres venir? He quedado con los chicos.

—Bien, voy.

Ante las risitas de mis amigas, me levanté de la roca para reunirme con Damoc.

—Reíros lo que queráis. Me voy. Nos veremos mañana en la Noche Cristalina.

—Adiós, Candy —me dijo Friné entre risas.

Con una mirada de odio demasiado fingida, me alejé de ellas. Anduve hasta Damoc, y cuando llegué junto a él cambié de expresión.

—¿Qué tal?

—Muy bien, ¿tú?

—Genial. Aunque un poco cansado, un delfín ha aparecido en el lago, y claro, los chicos y yo hemos tenido que devolverlo al mar.

—¿Y cómo ha aparecido allí? —pregunté, extrañada, mientras echábamos a andar.

—No lo sé, mi delfino no es muy bueno. Sigo sin comprender las palabras más importantes.

—Vaya.

—Sí, le tengo que pedir a Urso que me enseñe el idioma completo. De momento sólo puedo hablar con algunos peces.

—Ya me enseñarás…

—Te aseguro que no es tan divertido como parece —me miró mientras nos adentrábamos en el bosque y sorteábamos los árboles—. Creo que tienes cosas mejores que hacer que conversar con un pez.

—No sé qué decirte. Eh… ¿vamos al Lago Profundo? —pregunté, dudosa.

—Sí. Los chicos están allí.

Seguimos andando, sorteando árboles. No habíamos llegado todavía a mi sauce, estaba un poco más adelante. Damoc, que siempre andaba con elegancia, en ese momento avanzaba entre la maleza con paso torpe, y más de una vez estuvo a punto de caerse. Yo me movía con naturalidad en el bosque, entre los árboles. Mi elemento eran los árboles, la tierra y las plantas, pero el de Damoc era el agua, en especial la dulce, así que tenía todo el derecho del mundo a no avanzar sin dificultad. Además, no se podía decir que yo nadara muy bien, al contrario que él…

Pasé rozando con los dedos mi árbol, mirándolo de reojo.

—El viejo sauce… —musitó Damoc.

Seguimos avanzando durante un rato, pero ni por asomo cruzamos al bosque. Era demasiado grande como para hacerlo en tan poco tiempo. Torcimos a la derecha, y anduvimos un rato por un sendero lleno de flores y plantas. El aroma de diversas flores silvestres casi me saturó las fosas nasales, y los cantos de una alseides llegaron hasta mis oídos, complaciéndolos satisfactoriamente. Al fin, llegamos al lago Profundo.

Era enorme, y estaba rodeado de verde hierba y flores de colores inimaginables. Había árboles frutales de los que colgaban esferas violetas de sabor dulce, alimentos carnosos de color azul cielo, incluso unas pequeñas bolitas doradas que brillaban con intensidad y sabían a la miel más dulce. Entre los árboles revoloteaban hadas rosáceas, de una tonalidad muy chillona, que les daban pequeños mordiscos a los frutos, y tiraban por ahí las hojas de los árboles.

En la orilla del lago descansaban cinco o seis hydros, con el torso desnudo y los cabellos sueltos. Conversaban entre risas o comían frutos azules, y otros nadaban en el lago con brazadas grandes y rápidas. Damoc y yo nos acercamos a ellos, y yo me senté en el césped mientras saludaba.

—Hola, chicos.

—Hola, Cand —me respondieron.

Damoc se retiró la tela que le tapaba el torso, y la dejó en la hierba, junto a uno de los hydros, Dravis. Damoc se tiró al agua de cabeza, y comenzó a cruzarlo, seguido por un banco de peces y alguna que otra hada, que le rondaban desde el aire. Dravis se volvió hacia mí y me interrumpió cuando yo seguía mirando la trayectoria de los brazos de Damoc en el agua.

—¿Cómo estás? —me preguntó. Antes de que le respondiera, un hada se le posó en lo alto de la cabeza, y al no pesar más que una pluma, él no se dio cuenta. Aquél aspecto tan peculiar convirtió mi sonrisa en una carcajada.

—¿Qué pasa? —preguntó, confundido.

—Tienes un hada en el pelo —me reí. Él se la quitó de la cabeza, y el hada fue a mordisquear algún fruto, ofendida—. Muy bien, gracias. ¿Y tú?

—Bastante bien, pero… he oído que rondan hienas por el bosque —dijo—. ¿No os han atacado a las dríades?

—No, a nosotras no, aunque una se me acercó bastante —afirmé—. ¿A vosotros no se os han amenazado?

—No, ni siquiera he visto una en mi vida, y dudo que los demás lo hayan hecho.

—Pues a los pyros sí. Han matado a uno.

—Los pyros no son débiles —frunció el ceño Dravis—. Tuvieron que ser una gran manada de hienas las que le atacaron.

—Seguramente. Estoy preocupada, no sé qué quieren.

—Nadie lo sabe. Pero habrá que andar con cuidado, podrían atacar a más personas.

Aparté la vista del rostro de Dravis y seguí observando a Damoc, tal y donde lo había dejado. Dravis dejó de observarme con una sonrisa, él ya sospechaba a quién estaba mirando.

—Vais a ir a la Noche Cristalina, ¿no? —pregunté en voz alta, a nadie en particular.

—¡Sí! —contestaron a coro.

—¿Cuándo es? —preguntó un desinformado hydro.

—Mañana, al ponerse el sol —respondió otro.

—Pero, ¿no es esta noche? —inquirió un despistado.

—Pues yo creo que es dentro de tres días, y a medianoche.

—Que no —siguió discutiendo un cuarto hydro— es a medianoche, sí, pero mañana.

—Que no.

—Que sí.

—Que no.

—Que sí.

—¡Cand! —protestó Damoc, para que los hiciera callar.

—Eh, dejad de discutir ya —les reñí—. Es mañana, al ponerse el sol.

Tres de los hydros soltaron un suspiro, y un cuarto sonrió con suficiencia, a lo que Dravis respondió pegándole una colleja. Todos (excepto la víctima) reímos, y después yo me levanté, dispuesta a darme un baño. El agua estaba fresca, muy agradable dada la alta temperatura que había.

—Te echo una carrera —me dijo Damoc, colocándose junto a mí.

—No sé por qué tienes la necesidad de hacerme eso, si sabes que siempre me ganas —contesté, suspirando—. Pero vale. A la de una, a la de dos… a la de tres.

Comencé a nadar lo más rápido que pude, sin pararme a observar cuánto me llevaba ya Damoc. Tras unos minutos llegué a la otra orilla del lago, y me detuve para poder respirar con normalidad. Miré a mi derecha, pero Damoc no estaba allí. Y a mi izquierda, tampoco. Finalmente, miré detrás de mí, y observé cómo mi amigo venía hacia mí nadando, mucho más lento de yo. Hice una mueca y la mantuve en el rostro hasta que vino Damoc.

—Has ganado —anunció—. ¿Qué? —preguntó, al ver mi expresión.

—Me has dejado ganar, tramposo —le acusé señalándole con el dedo índice—. Tú puedes nadar mucho más rápido que yo.

—Vale, está bien… echamos otra carrera. Venga, a la de una, a la de dos… ¡tres!

Salí disparada tan rápido como antes, pero sabía que Damoc ya estaba varios metros por delante de mí. Observé cómo él llegaba a la orilla, en absoluto cansado, y segundos después llegué yo, completamente exhausta.

—¿Ves? —dije entrecortadamente—. Eres demasiado rápido para mí.

—Oye, que si quieres te dejo ganar de nuevo —se encogió de hombros.

—No —contesté tras pensarlo unos segundos—. Es más humillante que la derrota.

8 comentarios:

ClaryClaire dijo...

Genial como siempre Dianu.
Por cierto, has leído "Los juegos del hambre" Es una trilogía, está muy bien; a mí me ha gustado muchísimo, no sé.
Un beso teqierooO!!
feliz 2011

Kirtashalina dijo...

Muchas gracias Clary :)
Pues a ver, vi dibujos de personajes y eso por tuenti (como tengo tantos contactos ahora...) de gente que lo había leído, y como tenía buena pinta se lo recomendé a mi prima sara, que se lo leyó y me reconfirmó que estaban genial ^^ Están en mi lista pendiente, pero a saber cuándo los leo...
Por favor, dime que un sinsajo es un pájaro que reproduce sonidos humanos y demás... (cosas de un concurso xD)

Besos, Te Quiero.

ClaryClaire dijo...

Sí, un sinsajo es un pájaro que repite melodías (canciones, concretamente) que los humanos cantan. No sabía que existían... jajaj, ayer me acabé el tercero de la saga, ¡y en serio, léetelos! Bueno, que es que no sé que me ha pasado, pero que me ha encantado la saga; soy una exagerada, pero en serio, está genial.
Y bueno, espero el siguiente capítulo del bosque de las dríades.

Bessoss

ClaryClaire dijo...

Di, de todas maneras, no sé si los sinsajos existen; vamos, que igual es cosa de esta saga simplemente y la autora se los inventó... no estoy segura.

Besos!

Kirtashalina dijo...

Sí que existen, pero en la saga creo que lo pintan más mágicos ^^
Lo del concurso era de los Juegos del Hambre, así que supongo que he entrado en el sorteo :)

Te Quiero!

Athenea dijo...

hola! acabo de descubrir tu blog por casualidad, y debo confesar que me encanta la historia. Me gusta mucho la mitología, y siempre me han parecido muy interesantes los seres del bosque. Me gusta mucho el personaje de Damoc, parece muy dulce. Publica pronto otro capi, please!!

Kirtashalina dijo...

Hola Athenea!
Pues muchas gracias, me alegra que te haya gustado :) A mí también me gusta mucho la mitología (en especial la griega) y por eso creé esta historia ^^

Ahora mismo voy a publicar ;)

Un beso, K.

PD: no te encariñes demasiado con Damoc, anda xD

Edurne Valiente dijo...

¡Hola! He leído tus capítulos y la verdad es que están bastante bien. Lo único que no me acaba de convencer del todo son los diálogos, que los encuentro un poco sosos y creo que les falta un toque de "acción".
En cambio, creo que las descripciones están muy bien. :)Gracias a ellas haces que la gente se pueda imaginar las escenas con facilidad.